¿Por qué un blog?

Como profesora de Religión en un centro público de enseñanza secundaria, me ocurren muchas cosas a diario en mi trabajo. A veces, sólo por ser profesora, otras veces por se la de Religión.
Son muchas las ocasiones en las que necesito gritar, desahogarme y contar las injusticias, las tontunas, los atropellos que sufro en mi día a día. Pero lo voy a hacer en un cubo, para poder más tarde reciclar mis propias experiencias.
Quiero sentirme libre y no quiero ofender a nadie, por ello no citaré datos que identifiquen al centro, compañeros o alumnos.
Sólo quiero compartir lo que pienso y lo que siento, casi ni necesito que me lea nadie.
Pido a Jesús, por medio de María, su santísima madre, que me dé las luces necesarias para poder expresarme con valentía, equidad, justicia, y humildad.
Pero no descarto que, en algún momento, mis sentimientos afloren tal cual los vivo.

viernes, 9 de marzo de 2012

Me ha pasado: COBRAR O NO COBRAR LAS DIETAS

Como muchos maestros y profesores, yo pienso que las actividades extraescolares y complementarias, aportan a los alumnos unas experiencias y conocimientos muy interesantes. Y programo todas "las que puedo". Lo que voy a relatar me ocurrió hace un tiempo.
Programo cada año un viaje al extranjero para mis alumnos. Muchos profesores de Religión llevan a sus alumnos a Roma. Es un destino que reúne muchas ventajas educativas y didácticas. Los chicos conviven, salen al extranjero, viajan en avión por primera vez casi todos, descubren el metro... Conocen y aprenden a valorar el arte y la cultura como expresión de la vivencia de una religión... Y entran en contacto directo con la historia de la Iglesia.



Preparar un viaje así lleva muchas horas de trabajo: preparar la documentación, reuniones con los padres, llevar las cuentas, organizar las visitas, los vuelos, los traslados, el alojamiento, el programa diario... Si lo has hecho alguna vez, lo sabes bien. Se trata de mucho trabajo previo.

Después viene la actividad en sí: salir de casa 5 días, 3 de ellos no lectivos y trabajar las 24 horas cada día. Esto es regalar todo mi tiempo a los alumnos. Dejar a tu familia, también cuenta. Ellos no trabajan para la Consejería de Educación.

Pero dice el refrán que sarna con gusto no pica, y es así. Todo el trabajo, la lucha de meses, los problemas que hay que superar... todo lo doy por bien empleado porque creo que merece la pena ofrecer esta experiencia a mis alumnos. Y lo hago con sumo gusto, alentada por la convicción de que a ellos  les va a enriquecer muchísimo.



4 DÍAS ANTES DE NUESTRO VIAJE (sí, 4 días antes), mi Secretario me llama para explicarme que la cosa está muy mal y que, aunque no sabe cuánto será la dieta que corresponde, sí sabe que va a ser muy alta y que va a ser un gasto muy grande para el Centro. Así que me propone que ellos (o sea, el centro) asumen los gastos que tengamos y que les lleve tickets de todo (y entonces me pregunto: ¿voy a pedir factura por un cada café o refresco que me tome?).
No me puedo creer lo que oigo. Y le digo que lo tengo que hablar con los compañeros que realizan el viaje conmigo. Consultados estos, decidimos que queremos cobrar lo que marque la ley: nuestra dieta.



No soy en absoluto insensible al tema de la crisis y la reducción de presupuesto que pueda sufrir mi centro de trabajo. Pero lo que le reprocho, y así se lo expresé, es que cuatro días antes de salir para Roma no es el momento oportuno para plantearme que no nos puede (o quiere) pagar la dieta. Le dije que eso se dice a principios de curso, y así yo sé si me merece la pena la paliza de trabajo que me tengo que meter. Y así mis compañeros saben también a qué atenerse, pues podría ser que no les compensara acompañarme.

En realidad, pienso que ni con la dieta está pagado el trabajo que yo he realizado, las horas en vela previas y las más de 120 horas ininterrumpidas de trabajo en el viaje propiamente. Amén de la responsabilidad de llevar un numeroso grupo de adolescentes 5 días por una ciudad que no conocen. No Señor, la dieta no me compensa de todo el trabajo, las preocupaciones y responsabilidades que yo asumo para realizar esta actividad con mis alumnos.
Y así y todo, no me importa hacerlo.

Me parece una miseria que quieran recortarnos algo que es nuestro derecho. Me parece una miseria que quieran ahorrarse una dieta.
Me parece una miseria que me lo comuniquen 4 días antes de realizar el viaje.
Me parece una miseria que, además, me amenacen con que es la última vez que se pagan dietas ("esto es historia", son palabras textuales).

Y esto no ha hecho más que empezar.

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